Un día escribí un mensaje
y lo puse en una botella,
que más o menos
decía
“vengan por la más bella”.
Pasados algunos años
ningún príncipe
apareció,
y tuve que cambiar el mensaje
por uno más alentador.
El
mensaje decía entonces:
“Acá se encuentra María,
la que del corazón expone
su más bella poesía.
Acá se encuentra aquella
que desborda de
pasión
por un amor que no existe
ni en el fondo de un cajón.
Acá está
la dama sensible,
la frágil, la soñadora,
que espera a su príncipe
azul
con una sonrisa acogedora.
Y acá seguirá esperando,
mientras teje
mañanitas
para abrigar todos los fríos
de la espera infinita”.
A pesar
del tierno mensaje
nadie vino todavía.
Pero sigo soñando aún
con el que
ilumine mi vida.
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